Dicen que el mejor aliado de la inversión es el tiempo. Y no hay duda de que el interés compuesto juega un papel fundamental a la hora de impulsar la rentabilidad de nuestros ahorros a la hora de prepararnos para la jubilación.
En los últimos años se ha exprimido al máximo la conocida como hucha de las pensiones. Las continuas retiradas de capital y las menores aportaciones dejan un panorama muy pesimista para los futuros jubilados. Antes necesitábamos complementar nuestra pensión con ingresos extra si queríamos disfrutar del mismo nivel de vida que teníamos antes de jubilarnos. Ahora es prácticamente vital.
No existen fórmulas ni productos mágicos. Los expertos coinciden: el mejor momento para prepararse para la jubilación es “lo antes posible”. El tiempo y una buena planificación son la única forma de garantizar nuestra jubilación. ¿Pero por dónde deberíamos empezar? ¿Cuál es el producto más adecuado y cuánto debo aportar? Todo dependerá, y mucho, de tus expectativas y perfil inversor. Si te preocupa tu jubilación y quieres empezar a prepararla, lo mejor es que elabores un plan y busques un producto que se adapte a tus circunstancias.
Cuándo empezar a ahorrar para la jubilación
El momento exacto para planificar los ahorros para la jubilación es lo antes posible; Lo mejor sería empezar cuando consigamos nuestro primer trabajo. Hay dos razones para esto: cuanto más jóvenes somos, más riesgos podemos y debemos asumir, ya que tenemos muchos años para recuperarnos de cualquier crisis a corto plazo.
El largo plazo nos dará mayores rentabilidades y, además, evitará que nuestro esfuerzo de ahorro anual sea demasiado grande. Esto se debe a que, al estar invertido durante un periodo más prolongado, multiplicamos el efecto del interés compuesto. Esto significa que nuestra hucha particular irá creciendo año tras año, y los intereses se aplicarán a una cantidad cada vez mayor. Por tanto, la rentabilidad de nuestros ahorros también aumentará.
Por ejemplo, si decidimos empezar a invertir de futuro a los 25 años y hacer aportaciones mensuales de 50 euros. Acabaríamos con un patrimonio de unos 150.000 euros cuando nos toque jubilarnos. Esto significa que aportaríamos 600 euros anuales a nuestra jubilación, una cantidad asequible. Supongamos que queremos conseguir un patrimonio similar pero decidimos empezar a ahorrar a los 40. Para entonces necesitaríamos hacer aportaciones mensuales de 150 euros, lo que supondría un desembolso anual de 1.800 euros.
Todo ello, suponiendo que tuviéramos un producto de ahorro con una rentabilidad anual de 6.06% (la media de los 20 mejores planes de pensiones con un nivel de riesgo moderado de los últimos 10 años). Y suponiendo que en ambas situaciones, asumimos una inflación de 2% y que la capacidad de ahorro aumentaba anualmente en la misma proporción.
En total, el ahorro real que tendría que acumular la persona del primer ejemplo sería un total de unos 40.000 euros. Sin embargo, para que la segunda persona alcance el mismo nivel de vida que la primera, tendría que aportar un total de 63.000 euros. Todo esto se debe a que año tras año se ha aplicado interés compuesto sobre el monto acumulado, favoreciendo al inversor más joven.
¿Cuánto ahorrar para la jubilación?
Los asesores financieros recomiendan empezar ahorrando un mínimo de 10% para la jubilación, que podemos ir incrementando progresivamente hasta un tercio o incluso la mitad de nuestro ahorro total. Sin embargo, estos porcentajes habrá que ajustarlos en función de nuestra edad. Se espera que a medida que pase el tiempo nuestro nivel de vida mejore; por lo tanto, tendremos que contribuir más para mantenerlo. Cómo evoluciona nuestra situación financiera con el paso de los años y, sobre todo, nuestras expectativas de futuro.
¿Qué instrumentos de inversión son adecuados para prepararse para la jubilación?
Muchos piensan que la única opción de jubilación que nos ofrece el mercado es un plan de pensiones. Sin embargo, en los últimos años han proliferado diferentes alternativas que pueden resultar mucho más interesantes para otros perfiles de inversor.
El caso es que la rentabilidad cada vez menor que ofrecen los planes y el elevado número de impuestos que hay que pagar en el momento del rescate. Haciendo de estos productos una opción interesante para quienes tienen un patrimonio muy elevado y que, por tanto, pueden beneficiarse de la deducción fiscal sobre las cantidades que aportan. Por lo demás, existen otras alternativas. Algunos de los más populares en el mercado actual son:
- Plan de Seguro de Pensiones:Este producto es muy similar a los planes de pensiones. Aunque la principal diferencia es que se trata de un seguro de ahorro que garantiza que cuando nos jubilemos tendremos al menos la misma cantidad de dinero que habíamos invertido.
- Fondos de inversión:Invierten en una cartera diversificada de activos. Generalmente tienen mayores rendimientos y se pueden retirar sin esperar a la jubilación, pero con los impuestos correspondientes. Los fondos indexados son una excelente manera de invertir a largo plazo. Puedes ver una selección aquí.
- Plan de Ahorro Individual Sistemático: Esta póliza de seguro de vida invierte en fondos con una tasa de interés garantizada. Al igual que los fondos, también se puede retirar en cualquier momento y sólo tributa por las ganancias de capital. Sin embargo, los impuestos se reducen significativamente si se retiran como anualidad después de cinco años.
- Unidad vinculada:Este producto es muy similar al SIPP, pero en este caso las primas pagadas se destinan a fondos y a la compra de una póliza de seguro de vida, que garantiza cobertura en caso de fallecimiento pero no garantiza una rentabilidad, por pequeña que sea.